En 1996, científicos de la universidad de Michigan dejaron 540 personas moribundas en camillas sobre una balanzas electrónicas de gran precisión y notaron que todos los cuerpos al fallecer perdían alrededor de 21 gramos, que aunque se ha investigado, no se ha podido descubrir de dónde.
Se habla del caso del Doctor en Medicina Duncan McDougall, de Haverhill, Massachussets, que publicó en marzo de 1907 una demostración científica de la existencia del alma.
MacDougall se dedicó a pesar a personas moribundas justo antes y después de morir y descubrió que el hombre pesaba una media de 21 gramos menos justo en el momento del fallecimiento.
El experimento que realizó MacDougall ha sido criticado por la falta de exactitud de su procedimiento y porque aunque no se estaba presente, se dice que no midió esto o aquello. Pero es curioso que la misma comunidad científica que lo critica, luego da una explicación "científica y lógica" a esta perdida de peso. Entonces, en qué quedamos. ¿Esta bien hecho el experimento o no esta bien hecho?
En 2005 se trato de explicar científicamente la perdida de los 21 gramos que había percibido MacDougall en sus experimentos como un proceso físico del cuerpo, exactamente del cerebro y no como la pérdida del alma. Según esto, la actividad neuronal produce un campo eléctrico que hace que el cuerpo pese más. Entonces, al detenerse esta actividad neuronal (al morir) desaparece y por tanto el peso también. Vale, suponiendo que esto es cierto, esto no explica porqué otros animales no tienen esa pérdida de peso cuando mueren: animales como los perros que también fueron pesados antes y después de morir por MacDougall y que, como ya se ha dicho, no perdieron peso. Los animales también tienen actividad neuronal.
En fin, pensando en el peso del electrón o en el tema del campo electromagnético y si alguno de estas dos puntos pueden explicar el aumento de peso en 21 gramos, la respuesta es no.
Otras personas criticaron los experimentos de Mac, diciendo que las personas moribundas pudieron haberse orinado o defecado encima, o que a causa de la transpiración el cuerpo pudo perder agua y por tanto, peso. Esto lo rebatió de la siguiente forma: si el difunto hubiera defecado encima el peso no hubiera variado ya que también se pesaba la cama, en cuanto al tema de la evaporación, esta hubiera sido de forma gradual y no de forma repentina, tal y como sucedió.
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